Se gana a mexicanos

Eros Ramazzotti deja emocionados a los 10 mil espectadores que acuden al Auditorio Nacional a verlo.

Posesionado de una personalidad casi camaleónica, Eros Ramazzotti se convirtió en un niño juguetón, travieso y en un romántico bailador durante el concierto que ofreció el martes en el Auditorio Nacional.

00000012

La actuación del artista italiano dejó satisfechos a cientos de fans que a acudieron a verlo.

Con su peculiar estilo de interpretar melodías y sus movimientos lentos en el escenario, que en ocasiones lo hicieron brincar de emoción, el italiano deleitó a los aproximadamente 10 mil espectadores que se congregaron en el lugar.

El juego de luces, que se intensificó en los momentos especiales del concierto, y el excelente equipo de músicos fueron parte de un espectáculo diseñado únicamente para verse y escucharse.

El cantaautor reafirmó su manera especial de ser al no permitir al fotógrafo del Auditorio imprimir sus placas.

Pero aún así, Eros llenó el lugar y aunque no enloqueció al público, logró una comunicación especial con éste sin necesidad de “desbaratarse” en el escenario.

La escenografía con espejos en el techo causaron efectos visuales impresionantes, lo que le dio un toque especial al concierto.

Para complementar, se utilizó también un diseño escenográfico que dividió en tres pisos la distribución de sus ocho músicos y sus tres coristas.

El escenario fue recortado en la parte frontal, lo cual ocasionó que el artista estuviera muy alejado de las primeras filas.

En medio de efectos de luz en colores vivos, Eros salió al escenario a las 20:45 horas luciendo una camisa negra, pantalón del mismo tono y una bufanda de seda roja para interpretar la primera melodía “Cosas de la Vida”.

“No estoy muy acostumbrado al silencio, pero a mí me gusta más el amor, así que vamos a cantar una historia importante: el amor”, dijo el artista como preámbulo para interpretar “Una Historia Importante”.

Con pasos lentos, moviendo los brazos y la cabeza cadenciosamente, Eros se deslizó sobre el escenario y continuó con “Eterna Promesa”, “Faviola”, “Un nuevo Amor” y durante dos horas le cantó al amor, a la mujer ideal, a la juventud y a la vida.

Sus fanáticas admiraron sus movimientos, se divirtieron cuando brincó de un lado a otro del escenario y suspiraron cuando cantó acostado.

Con “Un Nuevo Amor” y “Toma la Luna” las fanáticas se emocionaron casi a su máxima potencia.

Un suave ritmo llamó la atención, los admiradores aplaudieron al compás de la música y Eros se posesionó del bongó y tomó el güiro para ejecutar las primeras notas de “Guantanamera”.

“Gracias, les voy a interpretar otra canción que se llama “Otra Como Tú”‘, expresó y como respuesta sus admiradoras corearon la melodía.

Sin poder ocultarlo, Eros se mostró completamente emocionado por la respuesta del público.

“¡Te quiero Méxicoooo!”, gritó el cantante y logró ver a sus admiradoras, ya que los reflectores iluminaron a los cientos de personas que ya se habían puesto de pie y le dedicaron sus aplausos.

El cantante se despidió a las 22:10 horas, el escenario se oscureció, pero con un haz de luz y con un brinco del cantante, el concierto continuó.

En medio de unas notas rítmicas, Eros arrancó un sonido a la batería, siguió el compás de la música al sonar las baquetas, presentó a sus músicos, se apoderó de la batería y terminó esta ejecución, aventó las baquetas hacia el público y gritó “¡Gracias Méxicooo!”.

A las 22:30 horas se volvió a despedir, pero nuevamente regresó al escenario, jugueteó con sus músicos y volvió a cantar “Cosas de la Vida”.

“Un abrazo grande, ciao México”, dijo emocionado al terminar de interpretar el tema, después tomó la cortina del escenario, la deslizó y se acabó el encanto, quedando únicamente su figura en color sepia plasmada en una cortina de manta.

Angélica de León
[El Norte]