Debo confesar que he sido un nostálgico que espera de vuelta las glorias de 1996-1998. Cómo no quererlo: en esos años salió “Donde hay música”, entré a la universidad y conocí a Eros personalmente. Me gastó una broma con su característica bonhomía en la conferencia de prensa antes de entrar al primer concierto suyo al que fui. El disco en vivo grabado en esos años me hizo soñar por un momento que su estilo se decantaría hacia una mezcla acústica-jazzística que no le volvimos a oír.

Luego vinieron años (y discos) difíciles para la vida (y la carrera) del italiano. Con la salvedad de “9”, lanzado en 2003, los álbumes de estos años conservaron calidad y estilo, pero sin ser en realidad sobresalientes para su discografía. “9” fue claramente resultado de sus tragedias personales: el divorcio, la muerte de su madre, la pérdida de un amigo querido. Luego parecería que nada le removiera profundamente las fibras internas. Hasta ahora.

“Somos”, el nuevo disco de Eros es una bocanada de aire fresco, me atrevo a decir que un nuevo punto de partida. Curioso porque, al mismo tiempo, mantiene todas las líneas temáticas que han formado un arco a lo largo de su carrera. Este disco es, principalmente, una puesta al día del sonido ramazzottiano, recuperando el enriquecedor aporte melódico de otras épocas y explorando un poco más en el soft rock que ya habíamos oído en los arreglos de viejos temas en “e2”. Pero esos arreglos que sonaban forzados en los clásicos, aquí evolucionan y se vuelven todos naturalidad (para usar una palabra que nos resuena en estos momentos).

Podría especular muchísimo sobre la inspiración detrás de estos temas, pero ni falta que hace: es el amor reencontrado que se palpa en cada canción y que además se materializó hace poco en Rafaella Maria, su pequeña hija de un año que hace una maravillosa participación en el disco (como también lo hizo a esa corta edad Aurora, la primogénita).

Eros Ramazzotti 2012

El amor

Una de las cosas que me parecen más trascendentes es la cantidad de canciones de amor correspondido que se incluyen en el disco. Desde luego que el amor ha sido una temática recurrente en Eros, pero casi siempre inspiradas por una ruptura (“Otra como tú”, “Sólo ayer”) o tratadas desde la nostalgia (“Un ángel no es”, “Una emoción para siempre”).

Por supuesto que “La cosa más bella”, “Cuánto amor me das” o “I belong to you” nos cuentan de un amor que ocurre, pero pocas veces hemos escuchado un amor tan realizado como del que se habla hoy: “Este tiempo tan nuestro” y “Abrázame” están escritas de modo cómplice, “Hasta el éxtasis” es un juego de seducción para repetirse cada noche, en “Un ángel como el sol tú eres” se adivina la contemplación prolongada y sorprendida del ser amado. El título del disco ya nos lo venía anunciando.

“Este tiempo tan nuestro” refleja madurez, a un hombre que sabe que el amor debe cultivarse. Uno que no quiere cometer los errores del pasado y que invita a su pareja a actuar sin pensar en el pasado, libre de prejuicios: “vamos a vivir y así seremos lo que somos”.

“Así” combina de manera perfecta un romanticismo amelcochado con lo más joven de la música italiana. El juego de voces con Il Volo es similar al enfrentamiento interno que tenemos cuándo queremos encontrar una respuesta.

“Ahora somos” se aproxima bastante a la letra original pero, por cuestiones de métrica, pierde un poquito de la belleza de “Noi”. Y es que en italiano la canción refrenda el orgullo de un enamorado que le grita su amor al mundo: no es “tú y yo”, es “nosotros”, una sola palabra para designar a dos corazones que se comprenden profundamente. “Orgullosamente nosotros”.

“Dos minutos” es una típica canción ramazzottiana sobre la nostalgia (“Canciones lejanas”, “El alma de los árboles”, “Como un niño”) con arreglos que, como en todo el disco, se atreven a salirse de la forma acostumbrada en los últimos años.

La amistad

Alguna vez leí que la verdadera poesía sólo habla de dos cosas: el amor y la muerte. “Amigo mío”, que enmedio de tanto sonido renovado nos recuerda al “antiguo” Eros es una elegía a los caídos en el camino. Los fans sabemos que uno de los mitos fundacionales de su carrera habla de dos amigos muertos y que su primer sencillo versaba sobre el asunto. Cierto: el dolor por la pérdida de un ser amado es infinito, no se apaga con el paso de los años, acaso se sosiega un poco para luego pensar cuánto le hubiera gustado a esa persona compartir las cosas que ahora pasan… y cuánta falta nos hace a nosotros compartirlas.

Otras dos canciones (“Yo soy tú”, “Uno más”) revolotean sobre la amistad, tan abordada por Eros en sus discos (“En compañía”, “Así son los amigos”, “Afectos personales”).

Sin duda alguna, “Yo soy tú” es no sólo una de las cumbres del disco, sino uno de los temas más elaborados y cuidados en la carrera del italiano, por supuesto uno de los mejores. Recuerdo de aquel encuentro con los medios que yo lo asedié con preguntas sobre canciones como “Las cosas que he visto”, respondiéndome que eran sólo canciones que no pueden componer el mundo; también le pregunté sobre sus creencias religiosas (y contestó: “yo creo en todo aquello que nos dé la posibilidad de ser felices”).

“Yo soy tú” incluye unas líneas recitadas que parecen escritas directamente para los fans que le consideran un modelo a seguir. También recuerdo particularmente que un reportero (¿alguien recuerda al “Charro amarillo” de TV Azteca?) le preguntó cuál era la diferencia entre él y los que estaban abajo del escenario. Eros dijo “que yo estoy arriba y tú estás abajo”, lo cual pareció un poco engreído… entonces le dio la vuelta al asunto diciéndole “pero tú también puedes estar aquí arriba”, subiendo al reportero al estrado. Esta anécdota no deja de resonar en mis oídos cada vez que escucho aquello de “te hablo como si hablase conmigo mismo, he tomado sólo otro camino”. No creo que al día de hoy una canción haya causado tal reacción en la fanaticada.

“Uno más” es atípica por decir lo menos. No recuerdo muchas canciones negativas en la discografía (tal vez sólo “Falsa salida”) y aunque esté en un ritmo bastante movido, este es un tema de despecho: “Vete muy lejos, cuando menos a la luna”. Yo no creo que este sea un mal final para el disco, simplemente es diferente como el propio álbum.

Y sí, “Bajo el mismo cielo” es algo bastante conocido por los fans, algo así como “Somos de hoy” o “Solaridad”, un intento de himno para los conciertos. No sé si es buena o mala, tal vez es que teniendo “Yo soy tú” en el mismo disco ya no le encontré mucho sentido.

Algo más

No creo que “Testa o cuore”, sea un apocalipsis infumable. Es el contacto que Eros hace con la realidad que tiene alrededor, su manera de decir “aquí estoy en la escena, nutriéndome de todo lo que escucho”. Y para seguir con el ejercicio aquí realizado, ¿a qué canción les recuerda esa pregunta sobre de qué lado estar?

Es conmovedora (al menos para los que tenemos hijos)  “Una tormenta de estrellas”. Tal vez es que mi hija tiene la misma edad que Rafaella, pero lo que es más importante es que este disco y estas canciones nos tocan porque hemos crecido, han pasado para algunos de nosotros ya más de 20 años desde que empezamos a escuchar a Eros. Es normal entonces que la música cambie, no podemos seguir esperando que un nuevo álbum suene como “Todo Historias”, ni siquiera como “Alas y Raíces”.

Luego de años de sequía, “Somos” es una recompensa para todos los fans que estuvimos ahí, que acudimos religiosamente a una cita sin saber muy bien qué esperar. Volver a los orígenes dónde cada disco de Eros era claramente distinto del anterior, o al menos un paso evolutivo. Es también un listón más alto, un reto a superar, esperemos que pronto en este mundo tan vertiginoso en los que tres o cuatro años son una eternidad.

Andrés: gracias como siempre!