Un concierto de Eros

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Como el mundo lo ha visto desde aquí

Un concierto de Eros es como un carrusel, una vez que subes, no quieres bajarte. A bordo te encuentras con lo mejor de la vida sin sus complicaciones.

Existe la espera llena de latidos del corazón. Existe el apagón imprevisto e intrigante. Existe la música, la verdadera luz del escenario. En fin – y sobre todo- existe aquella voz. Una voz que se une al coro de miles otras. Una voz guía para los ángeles subidos en una gira, que desde este instante se tendrán fuerte del asiento. Los ojos ahora cerrados para soñar, abiertos para contar una historia. Si, porque durante el concierto todos los ojos también hablan. Y solo Eros, por una extraña magia, está en grado de escucharlos. Hace conmover y se conmueve él mismo, en el piano. Pero cuando el viaje se torna melancólico, incluye una gran, una frase, un tiro en la puerta. Una sonrisa.

A su lado, una banda que da el alma desde el inicio hasta el fin y deja a todos sin respiro. Sobre esta gira, de hecho, hay espacio también para el baile, para los besos, para gritar al viento palabras por siempre prisioneras.

Palabras que Eros logra liberar en el canto. Con aquel timbre inconfundible, con los gestos claros, con su extraordinaria e inimitable espontaneidad. Todo esto lo he vivido desde una esquina del escenario, y es una emoción que no podré olvidar jamás. Lo juro.

Luca Bianchini